18 de noviembre de 2010


Y hay músicas que suenan en uno…
Se hace difícil ver esas imágenes tan ajenas a nuestra historia. Tonto de mi parte querer verte ajena a esas situaciones, tanto que me lo creo. No entiendo muy bien cómo pueden existir. Evidentemente estamos en dimensiones muy diferentes.
Miro a los costados, miro atrás… y me pregunto si estos cambios los habías llegado a ver... evidentemente, yo sigo estando con vos. Cuando logro responderme, cayendo apenas en la realidad, escucho tus exclamaciones que nunca voy a escuchar, admirándote de “cómo cambia todo”.
El enredo no está en la falta de posibilidades de una vida mejor, o de conocer gente que sepa volar. Está en que cuando pienso en mujer, pienso en vos. Y contra eso, no he descubierto remedio.
A veces creo que ya pasó todo. Pero cuando más me voy caminando, tropezando, haciendo y deshaciendo, es cuando escucho tu voz aceptándome o tirándome bien abajo.
No entiendo cómo dos que tienen tan poco en común pueden vivir en una persona.

12 de octubre de 2010

Ejercicio Ins-urgente


Nunca es tarde para poner en práctica la hervencia de sentimientos nocivos. Esos sentimientos disfrazados de nepente, el camino propio del olvido. A veces surge la pregunta de… ¿desde cuándo decidí que esto es tan oscuro, siendo su comienzo tan vernal?
Este florilegio que hoy ordeno, animándomele a la excerpta de mi propia vida, hacen que pueda ver el peligroso jáculo que ayer zureaba el aire, como un simple céfiro que al inhalar me lampe impoluto en la boca.
En este momento tan inefable, en esta vorágine de mí… y con estas ganas de destruir las barbacanas que fui creando y creyendo etéreas… desato el noray para tirar el canguelo de haber tomado a una dulce perendeca por hidra que no es.
Este amor mortinato, que hoy es obsoleto, no me da tregua para atafagar otro amor licencioso y telúrico, diezmo que supiste elegir.
Me quedan sólo las ganas de acrisolar cada capítulo de mi historia junto a la tuya, como una ínfima parte de una penadura.

(Para vos, claramente)

20 de septiembre de 2010


Termino de leer un libro, en la cama… el final dura lo que tardan las sábanas en dibujarme la espalda, en ese lapso de expectación de un mismo objeto que me pesa en las manos. Pienso un rato el final del libro, y me imagino que soy el perro que me mira leer cuando no estoy en la cama. Y pienso si mirar esos cuadrados de papel, son cuestiones más importantes que jugar conmigo (con él).
Como el sueño está afuera, y aun no es invitado, comienzo otro libro, de vicioso nomás, ya que entiendo mucho menos de él, de lo que entiendo y siento su tamaño y su peso, al que no estoy acostumbrado.
No puedo dejar de experimentar las sábanas, la cama; o más bien, ellas no pueden dejar de experimentarme a mí. Es más fácil sentir la cama, las sábanas… darme cuenta que pasaron 24 horas y no quise bañarme para mantener la sensación de la noche anterior en este mismo lugar.
Durante el día algo de eso se estuvo viviendo por este cuerpo que a veces se avergüenza un poco de ser, aun sin tanto cuestionamiento.
Y sin embargo, acá, en este lugar, se potencia tanto el deseo, la sensación, la dedicatoria… que sin emisión necesaria ni real se mandan abrazos, entre otras cosas, que nada tienen que ver con un saludo, tanto como con una creencia de que se reciben del otro lado.

5 de agosto de 2010

Le gustaba la ciencia ficción por sobre el género fantástico, porque, según decía, sonaba más lógico y hasta plausible.
Era tan racional, que consideraba que la gente que se guiaba por lo que sentía, no estaba a su nivel. Dejó de disfrutar cualquier tipo de película fantasiosa, cuestionando hasta los detalles mínimos.
Al principio era sólo eso; después, con la fuerza de su razón anuladora de detalles fantasiosos hasta lo plausible sonaba imposible: cualquier libro, cualquier historia quedaba desmoronada merced a sus nexos sin sentido, por lo que empezó a cuestionar la existencia misma de ciertos géneros ficcionales.
Empezó a preferir la literatura de género histórico. Sin embargo, lo relativo unido fuertemente a la subjetividad, fue un peso insoportable. Decidió que eso podía anularse con el peso real, con el valor aurático de la imagen; por lo tanto lo fílmico tuvo otra oportunidad.
Pero fuera de los géneros, el problema ahora, era el montaje. Se perdía en el salto de un plano al otro. Los detalles, los nexos, estaban en la continuidad. Nunca podía existir continuidad entre un plano y otro si se los analizaba lo suficiente. Tanto fue lo que analizó, que lamentablemente, se cansó antes de poder terminar de ver una película.
Se le ocurrió probar con el drama como género, tanto literario como fílmico, en ficción y en lo que no era ficción. Pero todo era una construcción.
Decidió buscar otras disciplinas, pero tampoco las encontró cuando entró a un museo a ver los marcos que contenían lienzos manchados con diferentes tipos de pinturas, ni en cuerpos de diferentes materiales que hacían ruido. De hecho, no entendía nada de todo eso.

27 de junio de 2010

Reconstruction I


Así es como siempre termina.
Un poco de magia, otro poco de humo... algo flotando. Pero esto no funciona sin el empuje necesario... Un poco de risas, un hombre... una mujer hermosa; y amor...
Empecemos de nuevo. Primero, un hombre solo. No, él no está solo... todavía. Ese es el primer paso: El hombre. Luego vienen las risas, la mujer y el amor.
Miralo. Podemos empezar por acá, aunque no sea así como comienza. Sin embargo es importante que empiece así, creeme. El hombre entra a un bar. Ve a la hermosa mujer. ¿Se conocen? No parecen conocerse, pero... es como si se reconocieran. ¿Quién conoce a quién?
¿Es el comienzo o el final? Ahora lo veremos.
Es el comienzo y el final.
El amor y la despedida.

Sé que no necesito mencionarlo, pero lo hago de todos modos: "Recordá que todo es solo una película, una creación..."
Pero aún así, duele.

23 de junio de 2010

Tu religión no es la mía



Lo planificado siempre fue jodido para tratar con la gente. Además, es signo de debilidad y falsedad, a veces. La dislexia también puede ser espiritual (debe tener un nombre eso).
Si uno puede, más allá del truquito de aprovechar los silencios, aprovechar la ventaja de mostrar las tripas, de abrirse, tanto mejor… ya que además de descargar, lleva a un buen dormir; sin arrepentimientos; pensando en un verdadero mañana, no como una prolongación de hoy. Hay diferencia, eh.
La persona que habla hasta por los codos sin escuchar, es quien tiene las de perder. Un discurso improvisado no necesita esfuerzos para llegar a una conclusión favorable, basada sólo en el parloteo del falso interlocutor. Y hasta te das el lujo de seguir en la línea de la sinceridad.
Menos mal que me doy cuenta que la vida no es esa mierdita que te proponen las bibliotecas que apoyan al sistema; donde el trabajo no sólo te invade la casa, sino que también el tan osado, se mete en tu habitación para sacarte la almohada.
El trabajo, es bueno, siempre. Pero hay que definirlo en uno.
En el café del otro día, me crucé con quien cumplió el papel aquí descripto como lamentable. No importan las capacidades que los demás resalten de uno. Importa lo que uno quiere resaltar. Esa es la verdadera capacidad. Si el trabajo tiene un horario, sólo se trabaja en ese horario, y con salud, por favor. Porque si aceptaba el discurso que me quisieron vender, sería personaje en lugar de escritor… y no hubiese escrito nada.
Lo más importante del mundo, para sobrevivir, aunque las circunstancias no sean las mejores, es no darle a las mismas la posibilidad de perdurar. Las cosas, mientras no aparenten ser eternas, se viven mejores. Porque siempre queremos más.
Ja, pero andá a decirle eso a una persona que haya vivido a comienzos del siglo XXI.
Los números son como ojos en el elevado techo de la vieja casa que ni cama tiene para dormir; entonces, los colchones dispuestos en el suelo, y la luz del sol de noche, crean un ambiente de elevada oscuridad, y junto al murmullo que emite, da la impresión de estar encerrado en un cuerpo, como una pecera.
La habitación es grande, y la familia que está sobre los colchones, dispersos como escombros adicionales, siente diferentes cosas. Alguno quiere dormir, el otro tiene miedo de soñar; el otro está expectante del ambiente, preguntándose si habrá algún ambiente más; y el otro quiere hablar…
Mientras uno emite algun comentario inocente, el otro tira un tarascón lleno de rabia fraccionada, destrozándose por el miedo del que, asustado, le arranca la cara. Los números en el techo los están mirando, cual centinelas de la nada. Los dos impasibles, deciden dormir, ya que nada puede hacerse, mientras el antes inocente, decide quedarse callado e intentar conciliar el sueño para seguir a los potenciales durmientes.

24 de mayo de 2010

Las cosas que no cambian

Hay otras reuniones… donde, la gente emplea verbalmente lo que aprende en otro lado. La cuestión creo que está en ver quién sabe expresar mejor sus ideas, y competir en discursos. Claro que todo esto, se viste de una charla de gente civilizada que pretende civilizarse más.
Hay pequeñas trampas en este juego: si bien se blanquea en algún momento que lo primordial en los enredos verbales de los que hablamos, es el discurso, y no falta la oportunidad de, llegando al clímax ideológico de temas determinados, o a la hora de expresar un rotulo comprometido… no falta la oportunidad, decía, de cambiar de canal; de responder con una idea que pertenece a otro discurso y a otro género de una ideología completamente alternativa, sólo para mostrar una humanidad discursiva, que no sirve a ninguna causa, ni siquiera a la del discurso anterior, que fue cortado en la mitad, pero los menos pendientes, lo habían dado por finalizado.
Sin embargo, si no fuese por ese cuchillo de otro material, un cuchillo que se corta en lugar de cortar para servir a una causa real… el tema podría levantar un vuelo tal, y dejar la boca de la persona que lo expresa, para convertirse en una idea de varios, para luego suspenderse sobre sus cabezas, y sobrevolar la de otros… pero eso no pasa.
El tema es ver quién piensa mejor. No quien tiene ideas. Y la trampa es quien hace notar que piensa mejor. That’s the question.

11 de febrero de 2010

Odio al perrito



Los ojitos le dan forma a la luz de la noche, para dejarse ver en el interior de la caja oscura, mirando hacia arriba, a cualquier gigante que aparezca. Si una mano se le acerca, es sólo una mano, no pertenece a nadie en particular. Es una mano sin unión con los ojos o la cara del gigante que mira hacia adentro.
Uno de esos gigantes piensa en la frase “los bebés huérfanos saben que llorar es inútil”. Trata de recordarla como una máxima, pero con el tiempo cede, no quizá a los escasos llantos, sino a cualquier sonido que provenga de la caja.
El gigante comienza a achicarse. Antes usaba guantes; ya no. Prefiere ver los ojitos alegres cuando las manos se acercan desnudas. Prefiere dejar de ser una mano, luego de ser mordido; elige que los ojitos oscuros le miren a los ojos mientras el pequeño le muerde la mano.

31 de enero de 2010

El tipo no murió

¡Hoy sí que ha sido un día muy largo y muy intenso!, pudo haber pensado Maximiliano al decidir que ya era tiempo de tener un cigarrillo sostenido entre sus labios, entre sus manos, aunque más no sea sin humo y sin ceniza. Dame un cigarrillo, quiero un cigarrillo, ¿me trajiste cigarrillos? Tres frases de tres palabras, que bien podrían ser una sola, eran las que se generaban en su mente viciada y las que brotaban de su cuerpo abstemio, a través de las grietas de su boca reseca por falta de agua y alimento; tres frases a cada una de las visitas ¿Podés creer que veo el humo?, me dijo observando el espacio próximo a la colilla. No estás mal, Maxi, yo también lo veo, le aseguré y me sonrió.

J.B.

11 de enero de 2010

Cuando se atraviesa un momento que uno vive como definitivo, se empiezan a ver señales (o a fijarse en ellas; y aquel que no cree en señales, empieza a ampliar su vivencia fijándose en algunas “casualidades”).
A veces marea un poco fijarse en los detalles. Como si todos esos detalles que siempre están y estuvieron ahí, quisieran tener que ver en la desición que tenemos que tomar.
Lo que es muy claro es que todo parece reafirmar la situación en la que uno está, mientras no toma la decisión. Lo bueno está en tomar decisiones, creo yo. Porque luego de pasada la tormenta, no falta quien dice que si pensó en hacer tal o cual cosa (y menos mal que no la hice) fue por la presión del momento. Y sino está el que intenta deshacer la decisión que tomó, amparándose en la misma excusa (un momento difícil).
No se trata de intolerancia; se trata de dar un paso desde mi punto de vista (depende de qué decisiones, ¿no?). Pero a veces la educación no permite considerar la posibilidad de alejar todo aquello que nos hace mal. Si uno relatara a veces los hechos, podría pasar a la vista de otro por un desalmado, o por un kamikaze. Pero lo cierto es que los hechos, en este caso, van de la mano de decisiones, y las decisiones, tienen una forma de sentir.
De todos modos, a veces pasa por decisión el punto cúlmine de una falsa paciencia, donde es obvio el camino que las cosas terminan tomando (y ahí todo parece tener un justificativo, y la decisión parece tomada).
Creo que las mejores decisiones, son las que se toman a tiempo. Y digo mejores, no por la calidad estratégica que pueda tener; sino más bien, porque el tiempo bien empleado, es bueno para uno y para los demás. En cambio, los gestos no del todo sinceros nunca llegan a tiempo. No hacen bien a nadie.
Si tuviera que pensar a dónde lleva todo esto… no lo sé… nos lleva a un lugar de una manera más rápida. Por lo general, la persona que no toma decisiones, siempre según mi parecer, llega siempre tarde a donde quiere ir. Si llega. Y el hecho de tomar decisiones, es como pasar el nivel de un juego, con un truco (no una trampa). De lo contrario, el camino obvio tendrá que ser recorrido.
Los detalles, las señales… son cosas que siempre estuvieron ahí esperando que uno les ponga significado, para hacer una pintura de la vida de uno mismo. Y creo que la convicción con la que uno lo hace, es la que apunta a la verdadera calidad del cuadro.