23 de junio de 2010

Los números son como ojos en el elevado techo de la vieja casa que ni cama tiene para dormir; entonces, los colchones dispuestos en el suelo, y la luz del sol de noche, crean un ambiente de elevada oscuridad, y junto al murmullo que emite, da la impresión de estar encerrado en un cuerpo, como una pecera.
La habitación es grande, y la familia que está sobre los colchones, dispersos como escombros adicionales, siente diferentes cosas. Alguno quiere dormir, el otro tiene miedo de soñar; el otro está expectante del ambiente, preguntándose si habrá algún ambiente más; y el otro quiere hablar…
Mientras uno emite algun comentario inocente, el otro tira un tarascón lleno de rabia fraccionada, destrozándose por el miedo del que, asustado, le arranca la cara. Los números en el techo los están mirando, cual centinelas de la nada. Los dos impasibles, deciden dormir, ya que nada puede hacerse, mientras el antes inocente, decide quedarse callado e intentar conciliar el sueño para seguir a los potenciales durmientes.

No hay comentarios: