14 de octubre de 2009

Lo normal y lo norbien



Pobre piba. Lo creyó normal. Un tipo con posibilidades, igual que todos (aunque esto nunca es cierto). Pero sí, el tipo tenía posibilidades, pero tenía unas posibilidades adicionales… generadas por su… “Don”.
Cuando ella se dio cuenta de cómo venía el asunto, se alejó, porque se sintió asustada, claro.
De todas maneras, el encuentro entre estas dos personas existió. Aunque fuese en ese segundo posterior a la confesión, mientras se miraban a los ojos.
A ver… se gustaban mucho, eso está claro.
Pero uno no puede confesar que todo lo que se supone que “era así”, no existe, y en realidad vive de sueldos en negro, por matar gente, o por manipular ciertas cuestiones sociales que benefician a unos pocos, que luego recompensan a uno.
Y sabido es, que no es una cuestión de ideología de la chica, cuando decide tomar el rumbo del alejamiento, al enterarse de estas oscuras cuestiones.
Uno espera una vida normal; pero un detalle que altere una crianza normal, no te puede devolver una vida de posibilidades normales, y no se le puede exigir a la vida después de… vivido ese detalle (que puede ser de 20 minutos en la infancia de 1), que te dé una vida normal (porque el sentido de “lo normal” fue modificado).
De hecho, aquí, la verdad generó que la chica se alejara del chico. Y quizá lo más interesante, que no pienso analizar, es que… en ese segundo en el que se miraron a los ojos, cuando todo estaba sobre la mesa (sobre la cama, en realidad), se entendieron; pero esta vez el acuerdo fue estampado por la distancia y no por un beso, o un fuerte abrazo.
El miedo que existió en ese segundo (la palabra se repite porque es muy importante), junto con otros sentimientos, también fue compartido (y revancha).
Vaya a saber qué vida reserva el destino para uno. Pero vayamos decantando: los normales con los normales, y los raritos, entre ellos. No es triste, o no debería serlo, si uno cuenta con una definición propia de lo normal. Además, lo poco normal en la respectiva vida de cualquiera, tiene una duración corta, y es ahí donde se aprende a definir.
¿Pero cómo sabe uno de qué lado está? ¿Alguien le respondió alguna vez a Matías Martin?

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