1 de diciembre de 2009

Escondidos


Desde entonces, no se volvían a ver. La hora de dormir quizá era el único momento en que estaban presentes para el otro. Sin embargo, durante el día y la noche que no era la vigilia ni el sueño, se focalizaban en cada uno de los cinco sentidos, concentración legada y adquirida en la noche de los tiempos, y con mucho esfuerzo.
Cualquiera diría, hasta ellos mismos, que el logro era un logro, y ya no había que esforzarse. Pero es por algo el cansancio con el que llegan a la cama. Quizá no lo saben, ni lo descubrieron; ni siquiera se imaginan que cada persona que pisa este mundo tiene una historia parecida y más de un motivo para llegar cansado a la cama, y que no es precisamente el típico esfuerzo, el agotamiento tan simple, o el trabajo.
Pero en todas las historias hay quien más, y quien menos. Mientras uno de ellos transforma la imagen, y relega el símbolo a los rincones profundos y más cortos del mundo onírico, el otro aun la conserva con puesto de guardiana en la vigilia, para no entrar a ese mundo solo.
Si bien ambos logran dormir a su manera, mientras uno olvida, el otro más recuerda. Y cada uno tiene orgullo de lo que hace, claro. Siguen estando juntos, de alguna manera, porque uno se esfuerza en olvidar, y aunque termine olvidando, quedará el esfuerzo puesto, a modo de costumbre, rasgo inherente a todos. Y mientras el otro intenta recordar, aunque el tiempo a la fuerza transforme, en un momento no sabrá a cuál de todas intenta perpetuar.

3 comentarios:

Desencantada dijo...

Me hiciste pensar...en las veces que dormí...y las veces que se durmieron conmigo. Parece inevitable, no? Muy bueno el post.
Saludos...

LAO dijo...

Hay veces que la rutina hace que dos personas se ignoren o no se den cuenta que se tienen el uno al otro.
Muchos saludos.

Fernando dijo...

la verdad que muy bueno pibee ! Buena onda cuidate saludos!